domingo, 23 de agosto de 2009

MAS QUE NUNCA UNIDAD OBRERA Y POPULAR PARA DERROTAR AL GOBIERNO PATRONAL

NUEVA OFENSIVA DE GARCIA ABRE EL CAMINO A OTROS BAGUAZOS
El ascenso y la proliferación de luchas a lo largo y ancho del país dio un salto en calidad con la lucha de las organizaciones indígenas y pueblos amazónicos y marcó un hito con el baguazo que cambió la situación del país. Desató una poderosa corriente de solidaridad a nivel nacional con la lucha amazónica, al mismo tiempo que creció el cuestionamiento general a la política económica implementada por Alan García, en alianza con la derecha y el fujimorismo, produciendo la más seria crisis política en el gobierno y el régimen democrático burgués.
El gobierno fue puesto en vilo y salió de esta crisis maltrecho, retrocedió después del Baguazo, parte de su gabinete de ministros, a pesar de que se mantenían en sus cargos, actuaban como espectros, sin fuerza tomar para seguir tomando decisiones. El gobierno se asustó realmente y anunció la derogatoria de los decretos más nocivos (1090 y 1064) y planteó demagógicamente la reconciliación. Envío a su aun primer ministro Yehude Simon para que intente calmar los conflictos. Este personaje se deshizo en ofrecimientos, una lluvia de promesas por doquier sabiendo que sería cambiado de un momento a otro. Pero el propósito de Alan era diferente, lo vemos después de su mensaje del 28 de julio: burlarse de todos los peruanos para seguir en la misma.
Alan García aprovechó la desarticulación del Frente Nacional por la Vida y la Soberanía para volver a la carga
El gobierno esperó la medida nacional anunciada por ese verdadero Frente Único que se constituyó luego de la masacre del 5 de junio en Bagua, el Frente Nacional Por la Vida y la Soberanía. Constató, al igual que el resto de trabajadores del país, cómo Mario Human al frente de la cúpula de la CGTP retrocedía del acuerdo inicial que era la convocatoria a un paro nacional los días 7, 8 y 9 de julio, debilitando conscientemente este Frente y no solo eso, pues mientras los amazónicos, los campesinos, los sectores en lucha en todos el país gritaban con intuición certera “¡fuera García!”, la CGTP y CPS, que agrupa a la vieja izquierda reformista, haciendolé un enorme favor al gobierno, planteaba lo que ya era un hecho evidente: sólo un cambio de gabinete, otorgándole una tregua al gobierno y la patronal que no dejaron pasar la oportunidad para volver al ataque.
Es decir, de una oleada desatada por las masas, que colocó al gobierno y la patronal contra las cuerdas, Por la inconsecuencia de Huamán y la CPS hoy estamos ante una nueva ofensiva anti popular. Ollanta Humala que también es promovido como candidato por Huamán, tampoco hicieron gran cosa y el gobierno fue salvado de una crisis que planteaba su caída y abría una extraordinaria oportunidad para cambiar las cosas a favor de los explotados y excluidos de la actual política económica del gobierno y el Estado.
Lo que nos reveló la crisis del Baguazo, fueron dos hechos: 1) que la oposición real a este gobierno está en las calles, vista la gran disposición de luchar contra este gobierno, al que identifican como el verdadero responsable de los problemas y 2) el rol de freno de la dirección de la CGTP que no asume la aspiración popular de luchar consecuentemente contra este gobierno que, a lo sumo plantea como salida las elecciones sosteniendo la candidatura de Ollanta para el 2011.
La postura de Huamán puede resumirse de la siguiente manera: transformamos la insurgencia o huelga en paro, el paro en jornada, la jornada en movilización, la movilización en mitin, el mitin en campaña electoral y conferencia de prensa. Al final su salida se reduce a las elecciones del 2011.
Son dos caminos: la de los obreros, campesinos y pueblos originarios que han comprendido que hay que echar al gobierno responsable de todos nuestros males, como única vía de arrancar la solución a las demandas, y la electorera Ollanta y Huamán que quieren que sigamos soportando a García con el ofrecimiento etéreo de que votando por ellos el 2011 en el supuesto de ganar recién vendrán las soluciones. Nadie ha regalado nada al pueblo trabajador, y ningún Mesías vendrá a salvarnos; sólo la lucha unitaria es garantía de nuestras victorias como lo ha demostrado la heroica lucha indígena que logró derrotar los decretos anti selva.

El gobierno no tiene ni tendrá propósito de enmienda
Después de los dramáticos sucesos del baguazo había algunos demócratas que, haciendo un esfuerzo para no parecer incautos (a pesar de su nuevo gabinete remendado y con más apristas, con Velásques Quesquén como premier), esperaban una sana corrección del gobierno, una autocrítica, un diálogo sincero, atención a las demandas populares y un cambio general de política y esperaron con expectativa el Mensaje del 28 de julio. Pero se pegaron un gran chasco porque García planteó más de lo mismo y volvió al ataque. Si bien se puede entender las ilusiones y frustraciones de estos señores acostumbrados a ver las cosas con “buena voluntad”, la actitud de Mario Huamán frente al gobierno, sí que llamó la atención, en tanto dirigente de la mayor central obrera. Pues está claro, a tres años de su gobierno resulta infantil esperar un cambio de la política gubernamental y de su forma de gobernar. Si para muchos sectores populares ya era evidente antes del baguazo, se confirma después de él. ¿Por qué? Porque el gobierno de García es agente de las multinacionales que tienen todo el poder económico y político, y estos impulsan políticas de libre mercado que les permiten saquear nuestros recursos naturales y sobreexplotar a la clase trabajadora.
Si la economía nacional creció aceleradamente en los últimos años fue debido a que desde Fujimori (con shock, dictadura, recesión y sobreexplotación laboral y sin derechos de por medio) se asoció en condiciones de dependencia a la economía mundial, principalmente a los EEUU dominada por su sector más parasitario y especulativo que le condujo a la actual crisis mundial y que en su caída, debido a esta asociación, que García se empeña en mantener, arrastra hacia abajo a nuestra economía. Mientras hubieron ganancias todo marchaba bien para los de arriba, mientras que al resto de la población peruana se la ha mantenido en la miseria, el abandono, y a su sector más productivo, los trabajadores, se les redujo sus derechos, se mantuvieron congelados sus salarios y unas condiciones laborales precarias donde impera el abuso y la prepotencia patronal. El crecimiento fue la base del festín que vivieron las multinacionales y que alimentó no solo la corrupción sino también la soberbia de García que llegó a creerse el mejor gobernante del mundo, creyéndose esto quiso mantener reprimidas las luchas y toda protesta, hasta que ordenó la matanza de Bagua.
La crisis mundial afecta severamente a la economía peruana
El gobierno quiso mantener el ritmo de crecimiento económico así como las luchas bajo control. Ambas cosas amenazan con escapársele de las manos. Si la acelerada locomotora de la economía mundial, los EEUU, entró en crisis, es porque no se sustentó en creación de riqueza y bienestar sino en especulación, parasitismo y guerras, por eso devino en una crisis sin precedentes que hoy arrastra al mundo y al Perú. Estados Unidos ya lleva 6 millones de despedidos y la caída de su producción se sitúa en alrededor de -3%, la de Europa está en -4% y Japón ya sobrepasa el -6%; ¡¡y éstas son las principales economías del mundo!! Esta contracción, precedida de la quiebra de poderosos bancos y empresas automotrices, ha impactado en nuestra dependiente economía contrayendo abruptamente el crecimiento del PBI 10 a menos de 2%, se contrajeron las exportaciones, ha producido la caída de los precios de exportación, principalmente minerales, y ha provocado una fuerte sequía de capitales que ha obligado a postergar numerosos proyectos. Esto nos hace afirmar que la recesión ya se instaló en el Perú y afecta principalmente a la industria donde oficialmente se reconoce que hasta el momento 150 mil trabajadores fueron arrojados a la calle. La recaudación fiscal también se ha reducido, lo mismo el ‘aporte’ de las compañías mineras en torno al -60%, lo que significa una reducción en la misma proporción del Canon que se destinaba a las regiones y municipios. La perspectiva, a pesar de los malabares del gobierno y su ministro de economía de presentar las cosas como si estuviéramos en el mejor de los mundos, es que todavía no hay luz al final del túnel y una eventual “recuperación” de la economía mundial será corta y seguida de otras caídas.
La realidad es que se acabó la fiesta y comenzó el ajuste. Para mantener, en medio de esta grave crisis, las suculentas ganancias de las multinacionales y los capitalistas hay una sola receta que ya comenzó a aplicar García: Por un lado, más ajuste a los trabajadores y al pueblo pobre (aumento de la desocupación, salarios congelados, abuso patronal, menos inversión social) y, por otro, mayores concesiones a las multinacionales (privatizaciones, entrega total de nuestros recursos naturales, etc.). Esto es lo que explica las leyes anti selva y explica también por qué García ordenó tirar a matar en Bagua. Desde el punto de vista de las multinacionales, de sus ganancias y de sus intereses de clase, frente a la crisis no hay más salida que ir por más, aún a costa de producir ríos de sangre. Por eso mismo, pasada la crisis del baguazo, el gobierno ha vuelto a la carga.

Más gasolina al fuego: El gobierno se derechiza más
La situación de la lucha de clases en nuestro país tiene dos elementos que sirven como telón de fondo: los efectos de la crisis económica mundial y las luchas en curso, además de los conflictos latentes, que amenazan con crear un desorden político e inestabilidad. Ambos factores son un peligro para la gobernabilidad del país en los marcos del modelo impuesto desde la dictadura de Fujimori y amenazan la continuidad del actual gobierno.
En los últimos tiempos hemos tenido grandes luchas, entre ellas, Moquegua y Bagua, también escandalosos casos de corrupción, por ejemplo, los petroaudios, y a nivel externo el impacto que viene de la crisis económica capitalista. Sin embargo, Alan García pareciera vivir en otro mundo, se siente seguro por las reservas internacionales acumuladas, a pesar de que los efectos de la profunda crisis mundial ya hicieron erosionar varios miles de millones de dólares de estas reservas desde que estalló hace casi un año.
Los indígenas y campesinos que ven enajenados sus tierras y derechos por voraces multinacionales hambrientas de recursos naturales, se han levantado y le salen al paso. Los pequeños y medianos empresarios llevados a la ruina por el TLC exigen protección. Sectores de clase media van comprendiendo que este modelo excluyente, que atiza más los conflictos, ya no va y demandan cambios. Los pueblos y trabajadores cada vez más identifican al gobierno como el verdadero responsable de los problemas actuales, y en algunos lugares se producen situaciones de desborde popular.
El cuestionamiento crece cada día detrás de cada problema. En La Oroya, por ejemplo, ante la patronal y el gobierno que prefieren dejar a los trabajadores en la calle o seguir destruyendo el medio ambiente, la única salida clara ante el gigantesco abuso de Doe Run (la transnacional minera más contaminante del mundo), la mejor opción es la renacionalización de la empresa.
La lucha de las comunidades andino-amazónicas, el genocidio de Bagua, los decretos inconstitucionales, los conflictos laborales y sociales, la persecución política, la criminalización de dirigentes y luchadores populares, la extrema pobreza, el desempleo, los salarios bajo y congelados, los problemas regionales y contra el centralismo son reflejo o consecuencia de la política económica del gobierno, neoliberal converso, llevado a cabo contra viento y marea, con discursos populistas y demagogia.
La política del gobierno después del baguazo: un poco de zanahoria y más garrote
Ante a los conflictos sociales que nublan el horizonte optimista del gobierno, García ha girado más a la derecha adoptando una postura autoritaria y excluyente donde el trillado discurso sobre “la defensa de la democracia” ya no es sólo una cuestión de defensa de su estabilidad política, ahora la asocia a la defensa y continuidad del modelo económico pro-imperialista que aplica. Por eso inventa argumentos, no reconoce ninguna responsabilidad del gobierno, prefiere hablar de “injerencia extranjera” y acusar a los “agitadores” por la conflictividad social que por momentos se desborda, y nos exorciza del modelo autoritario de Hugo Chávez con el único fin de confundir al pueblo y defender su “modelo” neoliberal como el único perfecto y acabado y propiciar en torno a él un gran frente ultrarreaccionario con la derecha, la Iglesia de Cipriani y la cúpula militar. Es decir, una santa cruzada con un sola bandera: la bandera de los piratas imperialistas de la minería, el petróleo y el gas; y con un sólo programa: libre mercado para seguir saqueando nuestros recursos y seguir sobreexplotando y hundiéndonos en la miseria. Por eso, ante luchas, movilizaciones, levantamiento de los pueblos Alan García pide a la policía utilizar sus armas, presenta proyectos de ley para evitar que sean juzgados, amenaza con mano dura y represión subrepticiamente al identificar conflicto social con violencia y terrorismo. Y con esa postura política desde el poder lo que ocasiona es un cuestionamiento no solo al plan económico sino al gobierno y al régimen en general.
Pero, además, la finalidad de este frente pro imperialista también es garantizar su permanencia en el poder con vistas a las elecciones del 2011. Para este frente reaccionario se trata de demoler la figura y las posibilidades electorales de sus posibles rivales como Ollanta Humala (o cualquier otra figura que tenga algún arrastre popular), no por temor a él, que en todos los idiomas ha dicho “que no va a nacionalizar absolutamente nada”, sino porque temen que detrás de Ollanta puede venir un torrente de masas con exigencias y aspiraciones que vayan más allá, amenazando el andamiaje democrático-burgués construído y continuado hasta hoy.
Esta política del gobierno y la derecha de ir defender con uñas y dientes el modelo pro-imperialista que ejecutan no es un caso aislado. Es el curso que vienen adoptando los núcleos más duros la burguesía en toda América Latina que actúan bajo la sombra de los EEUU. Refleja la creciente lucha de clases y la polarización social que recorre nuestras naciones. Algunas de sus manifestaciones son el golpe reaccionario de Honduras, y de otro, el nuevo acuerdo entre el gobierno lacayo de Colombia y EEUU para el uso de bases militares norteamericanas en Colombia que representa una amenaza directa contra los procesos revolucionarios que se dan en la región y amenazan los intereses de las burguesías latinoamericanas socias menores del imperialismo.
La arremetida actual es la de un gobierno debilitado. El gobierno retrocedió después de Bagua pero, al no ser derrotado en toda la línea, ha vuelto a plantear más de lo mismo o peor aun. Si bien es cierto que las luchas y conflictos contra gobierno disminuyó, no se han detenido. Siguen pendientes otros conflictos (240 según la Defensoría del Pueblo), el país sigue en vilo. La política del gobierno y de la patronal (cierre de Doe Run, despidos, no reconocimiento de derechos laborares, promesas incumplidas, incumplimiento de acuerdos, bajos salarios, etc.) actúan como acicate para el desencadenamiento de nuevos conflictos o estallidos sociales. Para continuar con su modelo entreguista y reaccionario, el gobierno anunció el 28 de julio su orientación que resumió en una frase con motivo de la juramentación de su nuevo gabinete: “orden e inclusión”. Ya, en medio del baguazo, hasta la rancia derecha había descubierto que había que “dialogar”, que detrás de cada movilización había reclamos que atender, que había que soltar plata para apagar el incendio, descubrió que hay un Perú oficial y otro no tanto, que hay que atender los conflictos y reclamos antes de que estallen, etc.
Una nueva creación del gobierno: la “descentralización popular”.
Ahora para el gobierno se trata de soltar algo de dinero para pequeñas obras, se sueltan algunas migajas pero para calmar los ánimos, para imponer “orden”, es decir, aplicar más represión ante la conflictividad social. Esto es, se vuelve a la vieja política de la “zanahoria y el garrote” (soltamos algo y te pegamos más) pero desde una postura más reaccionaria.
Parte de la zanahoria es la llamada “descentralización popular”, anunciado por García el 28 de julio. Esta implica la asignación de una pequeña parte del presupuesto público para ser gastado a través de “Núcleos Ejecutores” para la inversión social. “La mejor manera de dialogar es gastar entregando al pueblo los recursos. Esa es la mejor manera de poner coto a cualquier protesta o reclamo haciendo que el pueblo mismo gaste en su favor”, dijo García. Son frases para la historia… del ridículo. Pasando del dicho al hecho, a las pocas horas se reunía con los primeros cien “representantes populares” para aprobar sus proyectos. “No hay nada mejor que lo gaste y controle el mismo pueblo”, enfatizó, intentando aparecer más popular. La derecha, aunque con diferencias, celebró la medida.
El novísimo proyecto de “descentralización popular” no significa inyección de nuevos recursos para programas sociales. Es la transferencia de recursos de un lado para otro, nada más. Es dinero que se saca de un bolsillo (las regiones y municipios) para ponerlo en otro bolsillo (núcleos ejecutores y en manos de apristas). Con esta medida el gobierno busca mejorar su imagen realizando obras de menor envergadura encubriendo la incapacidad del Estado para gastar en grandes obras y buscando el impacto y apoyo popular.
Como ejemplo, de la demagogia gubernamental está Ica, Pisco Chincha y otros poblados menores que después de dos años del terremoto que los asoló continúa en escombros. Otro ejemplo: El “Programa de Estímulo Económico”, lanzado con bombos y platillos en diciembre del año pasado camina peor que tortuga; por un lado se hacen campañas espectaculares contra la gripe AH1N1 pero hay niños que mueren de frío en las zonas altoandinas; se habla de mejorar la calidad educativa pero no hay plata para los maestros escolares ni para cumplir con la homologación de los docentes universitarios.
No estamos, pues, ante un verdadero plan de obras públicas del gobierno y el Estado sino ante salidas al paso, pero pensadas sí, para meter más apristas en el gobierno, para engañar al pueblo con dádivas en la perspectiva de mantener la política económica y hacer digeribles sus políticas antipopulares y, por último y no menos importante, para enfrentar con ventaja las elecciones venideras. Eso es lo que significa para Alan “descentralización popular” y “núcleos ejecutores”, superar las trabas burocráticas, cubrir la corrupción de sus funcionarios estatales con el cuento del gasto directo en obras.
Por supuesto que no hay nada mejor “que gaste y controle el pueblo”. Esta es una propuesta esencial del programa que propugnamos para un Gobierno obrero, indígena y popular y que se basa en el ejercicio del poder basado en organismos democráticos de base, es decir una democracia de y para las mayorías nacionales. Pero lo de García es una farsa más. La plata no será repartida entre los organismos populares (las Juntas Vecinales, las Asociaciones Populares, comunidades campesinas etc.) sino será entregada directamente a “Núcleos Ejecutores” fabricados y montados por los operadores políticos de Palacio, y que tienen el apoyo en la sombre del tristemente célebre Agustín Matilla. Es decir, estamos ante un proyecto clientelista. La “descentralización popular” está sujeta a un plan electorero para cuya finalidad no importa “aceitar” la maquinaria aprista con más recurso público.
En el orden del día del gobierno está la política de desactivar la arremetida popular
Pero la zanahoria es el espectáculo, lo real es el crecimiento de la represión. García ha llamado abiertamente a los miembros policiales a “usar sus armas” sin temor ni discreción. La lucha indígena si bien logró que se deroguen cuestionados decretos, ha traído una represalia: persecución contra sus dirigentes, los indígenas detenidos en Bagua trasladados a Lima para ser procesados, AIDESEP es intervenido por organismos del gobierno y paralelizado. El ministro de Justicia (aprista) pretendiendo lavar las manos del gobierno manchadas en sangre, viajó a Ginebra para acusar a los indígenas de genocidio. Por su parte, Las fuerzas policiales son entrenadas para ensañarse contra las protestas sociales pero ineptas para enfrentar al narcotráfico y a Sendero Luminoso, señalados como grandes enemigos que, de tanto en tanto, los sorprenden inflingiéndoles fuertes golpes. En estos días el sólo anuncio de paralización de los obreros de La Oroya fue respondido con el envío de un aparatoso ejército policial. Y en Marcona la represión desproporcionada trajo la muerte de un modesto invasor de terrenos. A la sazón, los actos aislados de Sendero Luminoso en alejadas localidades son aprovechados por el gobierno para justificar el uso de mano dura, indiscriminada, como en el pasado.
Al gabinete Yehude Simon le sucedió el de Velásquez Quesquén, otro gabinete que todos calificaron de “choque” por el ingreso de personajes ultra reaccionarios como Rey Rey, Aurelio Pastor, el general Octavio Salazar. Velásques Quesquén, un personaje de tercera fila, ha confesado que es un simple “coordinador”. Es decir tenemos al frente un gabinete de ministros donde el mandamás es García, que juramento a sus nuevos ministros para defender el “orden democrático”. Es decir, el gobierno continuará como en los años anteriores, y tratará de ir por más. El problema que enfrenta es que los conflictos populares van a incrementarse y ante la eventualidad de una nueva oleada de luchas decidió por nombrar secretarios en vez de ministros y volver a intentar la imposición de mano dura.

El eje sigue siendo derrotar a García y a su plan imperialista
De todo lo anterior se concluye que la gran tarea de las masas trabajadoras y de los pueblos en conflicto, en la presente etapa, es retomar la lucha en la única perspectiva correcta y necesaria: llevar a término la derrota del gobierno pro patronal y pro imperialista de García. Esta es la condición para abrir el camino a la solución de las demandas, y para forjar una alternativa desde el campo de los trabajadores y el pueblo frente al plan del imperialismo y sus agentes.
El gran argumento del gobierno para defenderse de la gigantesca bronca popular es un sofisma: la democracia consiste en respetar al gobierno que fue elegido por cinco años. (¿Aunque este haga lo contrario a lo que ofreció?). En Bolivia (2005), Argentina (2001) y Ecuador (2000) las masas obreras y populares echaron a gobiernos “democráticos” que estafaron la voluntad popular y que cometieron delitos diez veces más pequeños que las monstruosidades que hace Alan García. Echaron y castigaron al culpable de los atropellos y lograron arrancar conquistas importantes. Fue un camino legítimo porque la “democracia” no consiste en darle carta blanca a un gobierno para que haga lo que le da la gana con la confianza que se depositó en él; la democracia reside en la soberanía del pueblo que tiene el derecho de echar a un gobierno hambreador, entreguista y represivo, más aún, asesino como el de García, y no tener que soportarlo hasta el término de su mandato.
Pero García ni la patronal van a entender nada de esto. No estamos ante un debate legal sino ante una lucha concreta donde la realidad muestra que precisamente apoyándose en las armas que le da la “democracia” formal (elección por cinco años, mayoría en el Congreso, etc.). García ataca con todo aplicando su plan económico que trae más despidos, hambre y enfermedades; ataca los derechos de las comunidades y ordena disparar a matar contra el pueblo, como la barbarie producida en Bagua.
Nada de esto tampoco lo va a entender Huamán y Ollanta. El primero, durante estos años ha hecho el ridículo reduciendo toda su política a exigirle al gobierno que “cambie de política”, y el gobierno no sólo no ha cambiado un pelo sino que continúa aplicando su política económica encendiendo más la bronca en la base obreras, populares y en las comunidades andino-amazónicas que han entendido mucho mejor que Mario Huamán y compañía, que lo único que queda es la movilización y la lucha directa contra el gobierno. El hecho de fondo es que Huamán y Ollanta no actúan como dirigentes de las luchas, como verdadera oposición, por el contrario se mueven con perspectiva electorera, encajonados en la “legalidad”, aceptan las “reglas de juego” de esta democracia de los ricos y su máxima preocupación es demostrar ‘buena conducta’. Por eso vemos, algunos no lo terminan de creer, cómo vergonzantemente Ollanta Humala se mete bajo la cama cuando viene la oleada de luchas, pero sí viaja hasta España para postrarse de rodillas ante Mario Vargas Llosa como si fuera el Papa, y vemos también cómo Huamán se dedica a frenar las luchas llamando a que esperemos hasta el 2011 (¡¡!!). Ante los furibundos ataques de la burguesía que quisiera que ellos sean más serviles, solo atinan a blanquearse y hacerse más potables, en lugar de colocar sus liderazgos y dirigencias al lado los explotados y del pueblo más humilde y abandonado.

¿Es el “indigenismo” una alternativa?
Frente a las inconsecuencias de Ollanta y Huamán, cuya credibilidad se ha erosionado mucho más en las bases y sectores que enfrentan al gobierno, tanto en Lima como en los pueblos del interior del país, vienen surgiendo y crecen cuestionamientos que apuntan hacia una alternativa “indigenista” en torno a la “Cumbre de los Pueblos” cuya principal figura es Miguel Palacín. También aparece como candidato el padre Arana que se sostiene en el apoyo que dio a las comunidades campesinas en su lucha contra las mineras en Cajamarca. Estas y otras opciones, aunque con discursos más “radicales” y con rostros más “indígenas” en realidad su alternativa no difieren mucho de la de Ollanta Humala, a lo mucho plantean una crítica a la cultura occidental y sus valores decadentes, sin embargo, no legan a plantear claramente una lucha contra el capitalismo, raíz de todos nuestros males. La alternativa que levantan es corta o insuficiente, no integran plenamente la problemática de conjunto del país, pero para hacer aceptables sus propuestas programáticas las aderezan con una reivindicación cultural y de retorno a lo originario.
Creemos firmemente que las reivindicaciones indígenas no serán resueltas reivindicando un “gobierno indígena” o simplemente los valores indígenas, sino luchando por un Gobierno Obrero, Campesino, Indígena y Popular que erradique de raíz la dominación imperialista y capitalista que está en la base de la explotación del hombre por el hombre y de la opresión/discriminación del indio y de las comunidades andino-amazónicas.

Más que nunca unidad y plan de lucha
Para avanzar en la tarea de derrotar al gobierno ultra reaccionario de García y su plan es preciso recomponer la unidad del campo obrero y popular en torno al “Frente por la Soberanía y la Vida” que en un momento conformaron la CGTP, AIDESEP, CCP y CNA, Frente que fue decisivo para generar una amplia movilización que contribuyó al triunfo de la huelga indígena. Recomponer este Frente por la Soberanía y la Vida significaría poner fin a la tregua otorgada en los hechos al gobierno promoviendo un Plan de Lucha que movilice al conjunto de las fuerzas obreras, populares y comunidades andinoamazónicas, que unifique sus demandas más sentidas: Reposición de despedidos, ni servis ni contratas, estabilidad laboral. Aumento General de Salarios. Defensa del empleo y el medio ambiente en La Oroya renacionalizando Doe Run. Libertad para todos los indígenas presos, corte de juicio y cese a la persecución de Alberto Pizango y otros dirigentes. Defensa de las comunidades andino-amazónicas. Lucha contra el TLC y los decretos emitidos para su implementación. Contra la ley de aguas. Contra la explotación minera a cielo abierto, entre otras
La unificación y coordinación son indispensables para superar el aislamiento y la dispersión de las luchas y los peligros que conlleva. En esta tarea todos los dirigentes de los mencionados organismos tienen su, responsabilidad. Pero sin duda alguna la principal responsabilidad recae en la dirigencia de Mario Huamán de la CGTP que representa a la mayoría decisiva de la clase trabajadora.
El desafío central: construir una nueva dirección obrera
Un movimiento popular, sin dirección política centralizada sólo nos conducirá a reveses y a la derrota, al mantenimiento del status quo. La lucha callejera y el griterío no pueden reemplazar al discurso político programático, serio y creíble.
Hemos ingresado a una situación donde se agudiza la polarización entre un debilitado gobierno por su alineamiento servil con el imperialismo, y que mantiene una tenaz ofensiva, y el movimiento de masas que más envalentonado y con más recursos de lucha a la mano muestra disposición de librar nuevos combates abriendo otros baguazos o moqueguazos que plantearán nuevamente la posibilidad de echar al gobierno de García.
El plan burgués, así como el de Ollanta y Huamán, es encaminar la crisis por la vía electoral del 2010 y 2011 alentando nuevas ilusiones en el pueblo (“a falta de pan, circo”). En este contexto, la posibilidad de avance de las masas trabajadoras dependerá de la unidad de las luchas, de un frente único de masas y, en ese marco, del surgimiento de una dirección que, trabajando con esta orientación, de pasos decisivos y consecuentes para superar la dispersión y el desarme que impone la dirección conciliadora de Mario Huamán y Ollanta Humala, garantizando el desarrollo de la pelea en la perspectiva de la derrota del gobierno.
La dirección de Mario Huamán ha demostrado hasta el hartazgo su naturaleza conciliadora y absolutamente desentendida de las luchas de las bases. Necesitamos una nueva dirección cuyo eje sea impulsar la más amplia unidad para la lucha, que promueva la solidaridad con las luchas, que respete la voluntad de las bases, que promueva, entre los trabajadores la democracia obrera, que trabaje por reorganizar y fortalecer a la CGTP y que en perspectiva pueda postularse para dirigirla colocando al frente a luchadores obreros y campesinos probados por su honestidad, combatividad y consecuencia.
Pero sobre todo, desde el campo de los trabajadores necesitamos forjar una alternativa política independiente frente al fracasado plan burgués y proimperialista de García. La alternativa no es Ollanta Humala que aun sin ser presidente ya se echa a los pies de los grandes empresarios, ni su extremo la vuelta al “indigenismo”, aunque el movimiento indígena y popular es y debe ser un aliado fundamental en la lucha de los trabajadores y el pueblo contra los planes del imperialismo y las multinacionales. Acá el problema central es la recuperación de nuestra soberanía nacional y nuestro futuro como nación; esto es: la ruptura con el dominio imperialista y capitalista. Y esto sólo lo pueden hacer los trabajadores aliados con el movimiento indígena y popular con una clara alternativa de poder.
Para lograr este objetivo necesitamos de un partido fundido con las luchas obreras y populares e integrado por sus más decididos elementos. Este es el partido que impulsamos desde el PST y la Liga Socialista, organizaciones revolucionarias que hemos decidido ir juntas a un Congreso de Unificación (24 y 25 de octubre), como un paso hacia la construcción de esta gran herramienta política y revolucionaria que necesitan los trabajadores.
Compañero luchador: Te llamamos a sumarte a este esfuerzo ingresando a nuestras filas o apoyándonos en esta tarea. Contribuyamos haciendo de este modesto paso de unificación un hito al servicio de la hora presente y el futuro de las mayorías nacionales.

Agosto 2009
Liga Socialista
Partido Socialista de los Trabajadores
Secciones de la Liga Internacional de los Trabajadores - Cuarta Internacional

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